Una final es siempre un partido tenso. Los nervios juegan un papel preponderante y la consecuencia es la pierna a destiempo y un caudal de imprecisiones que solo se destraba si llega, casi por azar o descuido, algún gol. La final entre Sporting y El Rejunte no fue la excepción a esta regla. Los arqueros eran espectadores de un partido que El Rejunte parecía manejar. Controlaba la pelota, intentaba hacer pesar la habilidad de sus jugadores pero no conseguía lastimar la solidez de los defensores de Sprting, que liderados por el rasta Lucas Diaz obstruían cada intento de los amarillos. Pero no todos son infalibles y a falta de 10 minutos para terminar el primer tiempo ese “descuido” llegó y cambió el destino del partido. Una pelota bien puesta al área, los centrales se miraron y por ahí apareció la figura de la final (y goleador del torneo), Mauro Scasso, que ganó la posición a pura velocidad y definió a tres dedos, algo mordido, para poner el 1 a 0. A partir de allí Sporting se desmoronó y no le encontró la vuelta nunca al partido, jamás pudo inquietar el arco rival. Leandro Olmos, su jugador más desequilibrante, se mostraba cada vez más fastidiado porque la pelota no le llegaba limpia y no podía hacer pesar su habilidad. Encima, apenas arrancó el segundo tiempo dos goles rápidos de El Rejunte liquidaron el pleito. Al minuto nomás, un pase altísimo al área que Agustín Suarez anticipó de cabeza al defensor y al arquero. La pelota entró picando mansita y sola al arco vacío. Dos minutos después, ya con más espacio, una hermosa corrida del goleador del torneo, Mauro Scasso, que dejó parado al 1 rival y definió tocando a la red. El buen pie de los jugadores de El rejunte le dió más velocidad y desequilibrio a un partido que parecía parejo. Buenas actuaciones también de Francisco Palermo y Matías Blumetti manejando la pelota. Los amarillos siempre fueron más precisos. El equipo de Loma Verde anduvo muy errático y fue superado en todas las líneas por su rival, sobre todo después del primer gol. Sobre el final el cuarto gol de Mauro Barreiro le daría cifras definitivas a un partido que ya estaba liquidado desde hace tiempo. El papelón del fínal, producto de un jugador que no supo cómo debía comportarse en la victoria, empañó un poco los festejos. Eso no quitó que El Rejunte pudiera demostrar en la cancha haber sido el mejor equipo del torneo.